¿Qué es el corcho?

¿Qué es el corcho?

¿Qué es el corcho?

El corcho es la corteza del alcornoque (Quercus suber) que lo protege frente a las condiciones extremas del clima mediterráneo, como son la sequía, las altas temperaturas estivales y los incendios.

Está constituido por células muertas cuyo interior se llena de un gas similar al aire. Ese gas constituye casi el 90% del corcho, de ahí su levísimo peso y su compresibilidad. Las paredes de esas células, que son como minúsculos compartimentos estancos, están constituidas fundamentalmente por suberina y cerina, substancias que lo hacen bastante ignífugo, muy flexible y prácticamente imputrescible.

El corcho es, pues, un material extraordinario, de propiedades únicas. Es un producto completamente natural, renovable y biodegradable.

Su producción no produce ninguna contaminación ni perjuicio al ecosistema del que se extrae, ya que se obtiene por descortezamiento del alcornoque, sin cortar ningún árbol y esa «cosecha» se realiza cada 9 a 12 años.

¿Cómo se obtiene el corcho?

La extracción del corcho es un proceso muy respetuoso con el entorno, de muy bajo impacto y obtenido de recursos renovables ya que ni siquiera requiere la tala de árboles.

La extracción del corcho del alcornoque es lo que se denomina «saca del corcho». Esta saca se hace sobre todo durante el mes de julio, que es el mes en el que el corcho puede ser separado del árbol sin dañarlo. En esta época los trabajadores denominados «corcheros» o «peladores» extraen la corteza del alcornoque cortando con un hacha y uniendo las grietas verticales del corcho, así retiran lo que se denomina «la pela del alcornoque».

El corcho se puede extraer por primera vez cuando el árbol tiene aproximadamente 25 años, pero este dato depende mucho de las condiciones climáticas durante su etapa de crecimiento, ya que el parámetro a medir es cuando el árbol tenga una «circunferencia altura de pecho» (CAP) de 70 cm. a una altura de 1’30 m.

Este primer corcho se denomina bornizo, sólo válido para la elaboración de elementos decorativos y aislantes.

Tras esta primera saca se puede sacar corcho cada nueve años, dependiendo de la calidad de estación y zona climática.

¿Qué es el corcho?

El corcho obtenido en la primera y segunda «saca» se destina principalmente a la producción de aglomerados, ya que no tiene todavía la calidad necesaria para la producción de tapones.

No es hasta la tercera «saca» que el corcho puede utilizarse para tapones de corcho natural. Por entonces, el árbol tiene unos 40 años. Los alcornoques pueden vivir unos 170 o 200 años, por lo que pueden dar corcho taponable unas 15 veces a lo largo de su ciclo de vida.

¿Cómo se fabrica el corcho?

Existen fundamentalmente dos procesos distintos para el tratamiento del corcho. El primero de ellos es el utilizado para la creación del tapón de corcho de las botellas. En este proceso, el corcho es hervido a 100 grados durante aproximadamente una hora, después se deja curar el corcho durante un año. Este corcho una vez curado se hierve una segunda vez, se corta en tiras y se perfora para crear los tapones.

En el segundo proceso, el corcho de peor calidad y los restos de las planchas de buen corcho se limpian, trituran, aglutinan y prensan para obtener un aglomerado de corcho en muy diversas presentaciones: granulados, planchas, rollos, barras, u otras formas geométricas. Su uso es variado, desde tapones de botellas de peor calidad hasta baldosas para pisos o techos, como material aislante, como junta de estanqueidad, o en paneles ya sean acústicos, decorativos o para pinchar notas.

El proceso productivo del corcho sigue un sistema integrado y sostenible en el que se aprovecha todo. El aclareo y la poda proporcionan una leña muy valiosa, de la primera saca se obtienen granulados para aislamientos, de los restos sobrantes en la fabricación de los tapones se fabrican aglomerados y el desperdicio ultimo de todo el proceso productivo se utiliza como combustible de las calderas y hornos utilizados en la producción del producto acabado. (Leer más en sostenibilidad)

Propiedades y aplicaciones del corcho

Pocos materiales manifiestan al tiempo tantas características útiles. Por solo citar algunas de sus propiedades, el corcho es impermeable, inodoro, resistente a los agentes químicos e inatacable por los líquidos, prácticamente imputrescible y muy resistente a los ataques de los insectos, compresible y elástico, con extraordinaria capacidad de recuperación dimensional, escasa conductividad térmica, excelente aislamiento acústico y de vibraciones, muy liviano y con elevada resistencia mecánica.

Dadas sus extraordinarias características, no es extraño que el corcho tenga múltiples aplicaciones. Algunos de sus usos son ya muy antiguos. En muchos casos, materiales sintéticos lo han substituido parcialmente. Pero, en realidad, en la mayoría de sus utilizaciones no tienen rival.

Entre otras aplicaciones, el corcho se utiliza en construcción naval, donde se emplea desde aislante térmico y antivibraciones hasta en pavimentos antideslizantes, cinturones y armillas de salvamento, boyas, etc. En la fabricación de maquinaria se utiliza en bancadas flotantes reductoras de vibraciones, juntas para motores, transformadores, etc. La industria del vidrio y la cerámica también utiliza separadores de corcho, granulado y polvo de corcho, discos para pulir y ladrillos refractarios. Para no cansar enumerando los distintos usos, baste recordar que, además, el corcho se utiliza en la construcción, la industria del frío, los accesorios para automóviles y aeronáutica, la industria química y farmacéutica, la del calzado, la imprenta y en la fabricación de artículos deportivos.

¿Qué es el corcho?

Pero quizás la utilización más clásica y la más importante desde un punto de vista económico sea la de tapamiento de vinos y otras bebidas. La fabricación de tapón de corcho supone el 85% del volumen de negocio del sector corchero en España y en el mundo. Si nos referimos al empleo generado, probablemente tendríamos que hablar al menos del 90%. A pesar de las campañas de desprestigio que tan injustamente están desarrollando los fabricantes de otros sistemas de tapamiento, mucho menos idóneos tanto desde el punto de vista medioambiental como de la crianza de los vinos, el tapón de corcho no tiene rival para este fin, hasta el punto que corcho y vino constituyen una conjunción indisoluble.

¿Qué beneficios aporta el aprovechamiento del corcho?

El aprovechamiento del corcho produce beneficios ambientales y sociales muy importantes y que deben ser tenidos en cuenta.
Para empezar, la economía y los modos de vida creados en torno al corcho representan una de las razones más importantes para conservar y proteger los alcornocales. Estos bosques y dehesas sólo se distribuyen por siete países del Mediterráneo occidental y mantienen una extraordinaria diversidad biológica. En una superficie de alcornocal equivalente a la quinta parte de un campo de fútbol, se han llegado a encontrar hasta 135 especies distintas de plantas. Por otra parte, estos bosques dan cobijo a alguna de las especies animales más emblemáticas y amenazadas de los ecosistemas mediterráneos, como el águila imperial y otras rapaces diurnas y nocturnas, la cigüeña, el lince ibérico, el meloncillo, el camaleón, la gineta y el ciervo de Berbería (el único ciervo africano). Además, millones de aves migratorias invernan aquí.
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Como otros bosques, los alcornocales conservan el suelo, recargan los acuíferos, controlan la escorrentía y fijan CO2. En este último cometido, el corcho resulta especialmente significativo, ya que es un material de muy larga duración y, por ello, idóneo para “secuestrar” CO2 durante muy largos periodos de tiempo. El alcornoque explotado para extraer corcho, produce casi 5 veces más corcho que un ejemplar intacto, por lo que su utilización comercial aumenta el CO2 fijado. De modo bastante único, los alcornocales (gracias a otra de las características singulares del corcho) funcionan como amortiguadores de los incendios forestales.
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La cultura y la economía del corcho

El hombre ha utilizado el corcho desde muy antiguo, podría casi decirse que desde siempre. Las primeras referencias escritas datan de 3000 a.C. en documentos chinos que citan los usos del corcho en utensilios de pesca. Egipcios, babilonios y persas también lo utilizaban. En tiempos clásicos, autores como Teofrasto, Catón, Plinio el Viejo o Plutarco describen las propiedades del corcho y sus aplicaciones, como flotadores de pesca, suelas de zapato o tapones de ánforas. Estas ánforas tapadas con corcho se han recuperado también de pecios hundidos cerca de L’Estartit (Gerona).

El corcho se continuó utilizando durante la Edad Media, como así lo reflejó San Isidoro de Sevilla, aunque la utilización del corcho como tapamiento de vinos de atribuye a Pierre Pérignon (1638-1715) para fermentar el vino en las botellas y conferirle espumosidad, casi 20 años antes, en los registros comerciales de un comerciante de vinos inglés se comenta el precio de una partida de tapones de corcho.

No es hasta finales del siglo XVIII cuando el uso del corcho como tapamiento de vinos se generalizó a escala industrial, aprovechando sus características de liviandad, flexibilidad, impermeabilidad e incorruptibilidad, los tapones de corcho permitieron almacenar los vinos con seguridad durante períodos prolongados y transportarlos a largas distancias. Se desarrolló así la industria vinícola de una manera que de otro modo probablemente nunca habría sido posible.

La cosecha del corcho y el resto de las actividades que se desarrollan en el alcornocal, como la ganadería, la producción de derivados del cerdo ibérico o la recogida de setas, han modelado las sociedades de estos parajes que mantienen usos tradicionales muy antiguos y originales. La supervivencia de esta cultura depende de ese sistema, que bien gestionado es capaz de mantener la economía de esas regiones a la vez que preserva el ecosistema en un excelente estado de conservación.

Considerando sólo el corcho, sólo en España están registradas unas 600 empresas dedicadas a la fabricación de productos de este material que dan empleo a unas 3.000 personas, y en el caso de Portugal, por ejemplo, el corcho es el primer producto de exportación del país, y probablemente la principal fuente de empleo.

Este dato da una idea de la importancia de la economía del alcornocal si se piensa en la cantidad de empleo necesario desde la gestión forestal de los alcornocales, cosecha, etc, hasta llegar a las fábricas.

La producción del corcho en cifras

Se han expresado dudas sobre la capacidad de la producción corchera para abastecer a la industria del vino embotellado. Puede resultar revelador examinar con cierto detenimiento las cifras disponibles, teniendo en mente que actualmente los tapones de corcho se emplean en el 80% de las botellas de vino que se producen en el mundo.

La producción mundial de corcho alcanza actualmente las 270.000 Tm al año, que se obtienen de 2.860.000 ha de alcornocales que se distribuyen principalmente por siete países del Mediterráneo occidental. Pero resulta interesante analizar con más detenimiento cómo se distribuye esa producción. Mientras que en Portugal los alcornocales producen unos 158 Kg por hectárea y año y los españoles 107 Kg/ha/año, en el otro extremo, los alcornocales marroquíes producen 4 kg/ha/año y los argelinos 2 kg/ha/año. No obstante la superficie sumada de los alcornocales de Marruecos (375.000 ha) y los de Argelia (440.000 ha), arrojan un total de 815.000 ha que es casi la superficie de alcornocales de Portugal, el primer productor de corcho del mundo. Italia, Francia y Túnez, de productividad media, mantienen en conjunto 287.000 ha de alcornocales que, bien gestionados, podrían producir mucho más de las 28.000 Tm anuales actuales. De estas consideraciones se deduce que con una gestión mejorada, los alcornocales del mundo tendrían capacidad para abastecer a una industria embotelladora enormemente mayor que la actual.

(Datos extraídos del artículo «Qué es el corcho» publicado en WWF Adena).
(Datos extraídos del artículo «El corcho y los alcornocales» de Maria Carolina Varela. Depósito de documentos de la FAO.)

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